Cáscara de nuez. Ian McEwan


El narrador de esta novela es un feto, hecho seguramente inédito en la historia de la literatura. Nos cuenta la descomposición de un matrimonio, proceso en el que una posible herencia lleva a planear el asesinato del marido traicionado, a manos de su esposa y de su amante, hermano del marido.
Estos elementos folletinescos, en contraste con la elección tan original de un narrador omnisciente que en realidad no ha nacido, requieren de un gran maestro para que la novela se sostenga. Y McEwan lo es. Aquí de nuevo brilla su pericia excepcional como narrador. La historia resulta interesante hasta el final.

No obstante, me parece un McEwan menor, como todas sus últimas creaciones. La historia se desarrolla con admirable perfección y hay una crítica sagaz al modo de vida hedonista y simplón de la clase media británica. Pero a diferencia del mejor McEwan (Los perros negros, Sábado, Expiación), no hay un planteamiento literario  de cuestiones trascendentes con la riqueza de matices y profundidad de que es capaz este excelente escritor, ya en decadencia, me temo. Claro que su decadencia -relativa- sigue siendo una cumbre.

Esta novela se mueve con verosimilitud entre la farsa y la tragedia porque está excepcionalmente urdida  y narrada, con ese tono de mordaz ironía tan característico de su autor. Su lectura es interesante como muestra de un brillante ejercicio estilístico y como semblanza de un tiempo y unas costumbres, pero dejará quizá en los seguidores de McEwan cierta sensación de insustancialidad.

Nota: 8.

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