Me llamo Lucy Barton. Elisabeth Strout


No me ha merecido la pena esta lectura. Es la autobiografía a retazos de una señora que procede de un hogar miserable, en todos los sentidos de la palabra. El relato se produce mientras ella tiene una convalecencia en un hospital neoyorquino y su madre viene a verla, lo que hace de excusa para la narración de su vida, a partir de algunas anécdotas.

Tiene ese estilo que parece aspirar a una sencillez profunda, y que a mí me resulta más bien de un simplismo plano, muy en la línea de Roth (descanse en paz) y otros autores americanos de la segunda mitad del XX. Me resulta imposible darle tanta importancia a diálogos sosos, que, por lo visto, deben de llevar una carga de gran sabiduría moral. No me ha sido dado descubrirla y, por tanto, apreciarla.


Nota: 5.

Tiene que ser aquí. Maggie O´Farrell


Buena novela de cierta complejidad -se suceden los protagonistas, escenarios y épocas-, bien resuelta, aunque con tramos de menor valía y, por momentos, confusa. Como ocurre  más veces de lo que sería esperable en la literatura contemporánea, falta una labor de edición que hubiera hecho el texto redondo. Tiene uno la impresión de que la autora no ha tenido la valentía de suprimir algunos episodios y subtramas más bien irrelevantes.

El protagonista es Daniel Sullivan, un profesor americano que se casa con una estrella de cine retirada, cuyo afán por quitarse del foco de la fama le llevó a vivir en un lugar inaccesible de Irlanda. Se describen sus vidas –en particular, los “momentos de la verdad”-, con frecuentes saltos temporales y un estilo meticuloso, a veces demasiado introspectivo y detallista. Son vidas dolientes continuamente al borde del fracaso, en pugna constante por  una felicidad a la que no se renuncia a pesar de que no se termina de alcanzar.

Ese fondo de esperanza realista impregna la novela y le da un tono atractivo. En ese sentido, el título es elocuente: David busca su lugar en el mundo y, a pesar de las derrotas, todavía piensa que tiene que ser aquí.

Nota: 7,5.