La montaña de los siete círculos. Fray Thomas Merton


He aquí un libro con fama de clásico contemporáneo. Fama merecida.

Son las memorias de un fraile norteamericano (si bien nació en Francia), Thomas Merton, personaje "icónico", como con tanta pedantería se dice ahora, del catolicismo próximo al Concilio Vaticano II, tras el que abrazó la causa del ecumenismo seguramente con más voluntad que acierto. No diré mucho más de alguien tan conocido, sobre todo ahora que su prestigio goza de un cierto revival por la recomendación del Obispo Robert Barron, quien, por cierto, de un modo distinto viene ocupando el lugar de Merton como gran apologeta dentro del catolicismo americano.

Desde luego, el material para la narración es un tesoro. La vida de Merton -converso tras innumerables peripecias- fue pródiga en vivencias, personajes y escenarios: Francia, Inglaterra (se graduó en Cambridge), Estados Unidos, entre otros. Los principales hitos de esa vida por momentos inverosímil se rememoran con una sensibilidad muy especial, no exenta a veces de cierta desmesura.  

Sirva esta cita sobre un asunto tangencial para apreciar su perspicacia, la originalidad y viveza de su pensamiento, desbordante hasta lo barroco; y también su estilo, rico y un tanto desmañado (no era un escritor profesional, sino un fraile trapense que obedecía el mandato de su superior), aunque con evidente voz propia:

"Después del latín, me parece que no hay una lengua tan apropiada para la oración y para hablar de Dios como el español, pues es una lengua a la vez fuerte y ágil, tiene una precisión de la cualidad del acero, que le da la exactitud que necesita el verdadero misticismo y, empero, es suave, gentil, flexible, lo que requiere la devoción, y es cortés, suplicante y galante; se presta, de modo sorprendente, poco a la sentimentalidad. Tiene algo de la intelectualidad del francés, pero no la frialdad de la intelectualidad del francés; nunca desborda en las melodías femeninas del italiano. El español no es nunca un idioma débil, nunca es flojo, ni siquiera en los labios de una mujer".

La montaña de los siete círculos es una magnífica autobiografía, a pesar de sus defectos narrativos, que puede leerse como una novela de aventuras y, a un nivel más profundo, como una historia mística, en el sentido más elemental de la palabra: la experiencia de Dios a lo largo de una vida. 

Nota: 9.