Un puente sobre el Drina. Ivo Andrić

Este clásico contemporáneo, publicado en 1945, es una novela de novelas, un conjunto de narraciones que abarca cuatro siglos en torno a la ciudad de Visegrad, Bosnia, y su puente sobre el río Drina, construido en el siglo XVI, cruce de caminos y, por tanto, de culturas e imperios. En cada época, el narrador se fija en la vida de algunos personajes para ilustrar las circunstancias del momento (políticas, sociales y económicas) y el modo en que responden a ellas. 

El conjunto de estas narraciones es un magnífico compendio de las lecciones que la historia nos aporta. Esa recreación, admirablemente bien hecha teniendo en cuenta que el viaje dura cuatrocientos años, resalta los particularismos de cada época, las decadencias y caídas de imperios como el turco o el austro-húngaro, con sus grandezas y miserias; y, a la vez, las virtudes y vicios constantes de la naturaleza humana, aquello que hace hombres a los hombres sea cual sea el viento de la historia. Esa es una de las características de los clásicos que puede apreciarse en Un puente sobre el Drina: su agudeza para retratar lo permanente bajo la superficie del espíritu de los tiempos. 

El estilo tiene ese punto de morosidad y cierta tendencia a lo sentencioso que los profanos adjudicamos con mayor o menor justicia a la escritura eslava. Puede hacer la lectura difícil en algunos pasajes, pero en conjunto creo que es una obra accesible, en la que uno puede encontrarse perlas de este calibre y que, por cierto, de alguna manera muestra la moraleja de este libro: “Sin embargo (…) no es posible que desaparezcan para siempre y por completo los grandes hombres, los hombres de buen corazón que por amor de Dios levantan construcciones duraderas, para que la tierra sea más bella y la vida de los hombres más cómoda y mejor. Si ellos desaparecieran, significaría que también el amor de Dios se apagará y se desvanecerá del mundo. Y eso no es posible”.

Nota: 9.

Adenda: Ivo Andrić escribió esta obra maestra en 1945, en Belgrado, ciudad “mártir”, bombardeada primero por el Eje y luego por los Aliados. Waugh publicó su Retorno a Brideshead también en 1945 y la escribió durante un permiso de sus obligaciones militares (era oficial de inteligencia y su misión posterior fue precisamente en los Balcanes). Son dos ejemplos entre muchos de la lucidez que parece dar la vivencia de las guerras.