Buena novela de cierta complejidad -se suceden los
protagonistas, escenarios y épocas-, bien resuelta, aunque con tramos de menor
valía y, por momentos, confusa. Como ocurre más veces de lo que sería esperable en la
literatura contemporánea, falta una labor de edición que hubiera hecho el texto
redondo. Tiene uno la impresión de que la autora no ha tenido la valentía de
suprimir algunos episodios y subtramas más bien irrelevantes.
El protagonista es Daniel Sullivan, un profesor americano
que se casa con una estrella de cine retirada, cuyo afán por quitarse del foco
de la fama le llevó a vivir en un lugar inaccesible de Irlanda. Se describen
sus vidas –en particular, los “momentos de la verdad”-, con frecuentes saltos
temporales y un estilo meticuloso, a veces demasiado introspectivo y detallista.
Son vidas dolientes continuamente al borde del fracaso, en pugna constante
por una felicidad a la que no se
renuncia a pesar de que no se termina de alcanzar.
Ese fondo de esperanza realista impregna la novela y le da
un tono atractivo. En ese sentido, el título es elocuente: David busca su lugar
en el mundo y, a pesar de las derrotas, todavía piensa que tiene que ser aquí.
Nota: 7,5.
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